El manifest, Josemari&Ana
Ana, cariño, prepárame una camisa limpia y dos mudas de ropa interior, que el fin de semana me llego a Barcelona para buscar piso. Ya sabes, un apartamento como el de Burgos. ¿Que si te estoy sugiriendo el retorno a un nido de pichones? Ana, quien tuvo, retuvo. Y, desde luego, mi halo romántico no ha marchitado, pues aún no he dejado de pinchar los discos de Julio Iglesias. Pero nos vamos a Barcelona con el objetivo de enderezar España. Lo de que el sol sale por el este, es cierto. En Cataluña empieza a amanecer. Gracias a Dios, porque lo de Galicia, para los buenos españoles, ha sido más doloroso que un capón de fraile. ¿Que Fraga ha envejecido? Será para los lances a bragueta abierta, porque para las cosas del pensamiento pinta de un azul que enamora. Fraga ha resistido en Galicia como Moscardó en el Alcázar. O sea, hasta la heroicidad. Pero así como Don Francisco acudió a liberar Toledo, Mariano abandona las plazas a su suerte. Así de sencillo, Ana. Mariano a sus bombones y a su sillón ante la tele que dan los Juegos del Mediterráneo. No le sirvas un plato de epopeya, porque no se lo come. Y no me digas que soy duro con él. Que no lo soy. Mira, Ana, cariño, no le exijo que ciña espada, pero sí que aprenda a moverse como un buen estadista. De estar yo metido en la cruzada gallega, el BNG ya estaría ilegalizado y se hubiera empapelado a Anxo Quintana por pertenencia a banda armada. ¿Que el tal Quintana no se afeita para no cortarse? No te fíes de los corderitos, Ana. Como buen gallego seguro que echa la caña al mar y se habrá llevado al zurrón algún pescado chiquitín. He ahí motivo más que suficiente para retenerle en el juzgado. Se le toma declaración, se le meten cien millones de fianza y entre que los recoge, paga y sale de la cárcel, las elecciones ya son historia. ¿Que esto es jugar sucio? España bien vale una zancadilla a lo De Felipe, cariño. En Galicia sólo han de votar los socialistas y los viejos. En consecuencia, ganamos nosotros de calle. Y entiéndeme, el drama no radica en que la Xunta sea socialista, sino en que los socialistas no nos acepten como compañeros de viaje. El BNG se merece una guerra preventiva. Los socialistas, no. En el PSOE hay algún que otro rojillo, pero también gente de muy buen fuste. El error de Don Francisco fue no pactar con ellos en vez de con Falange, porque ahora tendría su estatua, la del caballote, en algún jardín de Bruselas. Además, ponme a Bono en los sindicatos verticales y siéntame a Girón de Velasco a la puerta de su casa haciendo ganchillo. Te lo garantizo: Comisiones Obreras aún estaría en pañales, reclutando curillas para hacer su revolución comunista. Pero te comentaba lo de Barcelona. Allí puede cuajar algo serio. Por de pronto nos empadronaremos para votar el nuevo partido que salga del manifiesto anti Maragal. ¿Que no te haces catalana ni bautizándote con el Freixenet de las estrellas? No sigas. ¿Que la Virgen quiso serlo, catalana, y se volvió morenilla? Cierto, Ana. Pero fue un bronceado natural, el suyo; no creo que el Señor la castigara por ello. Además, no te digo que los catalanes no puedan tener algún gen negro, pero la mayoría son blancos, incluso Caró. Y Boadella, que es lo más parecido al general Prim que ha dado Cataluña. Es cierto que sus comienzos artísticos son un tanto licenciosos, pues no se estuvo de criticar a Don Francisco. Pero ¿quién no ha cometido un pecado de juventud? Yo, a los dieciséis años, le confesé al Padre Venancio que me hacía maoísta. ¿Qué me contestó, dices? Que si yo maoísta, él bailarín del Bolschoi. La juventud tiende al radicalismo, y más aún en Cataluña. Así que sueltas un cohete por San Juan, ya tienes la hez vitoreando a Mateo Morral. Afortunadamente, ahí están un puñado de intelectuales para enmendar los errores históricos. ¿Que no me fíe de los intelectuales? ¿Que los intelectuales son el cáncer de Cataluña? Ana, cariño, analicemos las cosas objetivamente. Es cierto que han frivolizado con los argumentos más sólidos del Estado. Que si la lengua, que si la bandera, que si son una nación. Es cierto, no lo niego. Pero cuando España los ha necesitado, todos han dado un paso al frente y se han dejado de pamplinas. Eugenio d'Ors, José Pla, Juan Estelrich, helos ahí, al servicio de Burgos. Como ahora Boadella. ¿Por qué? Te lo digo. Alberto ha abierto los ojos y en espíritu ya está más en el Alto de los Leones que en el teatro. Y habla con la claridad profética de El Ausente. «¿Finis Cataloniae? El fin de una película de gángsteres, simplemente». No lo ha dicho él. Lo dijo Carlos Sentís en el treinta y nueve. Pero Albertito lo suscribiría. Al menos nos viene a decir lo mismo con su manifiesto. Desde luego, yo me pongo en la cola para apuntarme a «Per un nou partit polític a Catalunya». Cuando necesiten un líder estaré allí. Sólo me faltará un caballo.
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