Alfons XIII a Mallorca (1904)

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La premsa, en aquest cas «La Ultima Hora», que afegia a la seva capçalera «periódico de información, literario y artístico-Edición para Palma y pueblos de la línea férrea», informava de la visita a l'illa del rei Alfons XIII i ho feia amb una il·lustradíssima primera plana on no hi mancaven les imatges del monarca, de la reina Maria Cristina d'Absburg, del president del consell de ministres Antoni Maura i del ministre de la guerra Arsenio Linares. A un racó s'hi podia llegir un sonet de Josep Lluís Pons i Gallarza i que s'havia fet servir en el decurs d'una altra avinentesa, anys abans, una grapada, quan la visita d'Isabel II:

«Bien puedes, Isabel, sentar tu planta/ En la ribera fiel de Baleares;/ Firme de pedestal, como en los mares/ Su combatida roca se levanta./ Aquí de la lealtad y la fe santa/ Perpetuo el fuego en sus tranquilos lares/ Guarda este honrado pueblo que a millares/ Corre a tu efigie, y tus loores canta./ Por alzar un recuerdo a tu grandeza/ El sus tesoros y su afán prodiga;/ Tu en solitario olvido no le dejes./ Mira brotar sus fuentes de riqueza,/ y al pasar junto a tí dichoso, diga:/ Reina, si te amo yo, tu me proteges».

Els mots eren prou clars. La composició, oportuna. El redactor començava amb aquestes paraules: «Bienvenido: Hoy por primera vez pisa el suelo mallorquín el rey D.Alfonso XIII; bien venido sea. La grata impresión que al penetrar el Giralda en las tranquilas aguas de la bahía, seguramente ha producido en el monarca la contemplación de la risueña perspectiva que ofrece la ciudad de Palma con sus arrabales, no ha de borrarse ni ser turbada por el recelo de manifestaciones de hostilidad, ni siquiera de desvío, durante el tiempo que permanezca entre nosotros. Mallorca no ha de mostrarse con Alfonso XIII, menos hospitalaria, respetuosa y expansiva que lo fue con su padre Alfonso XII y con su abuela Isabel II. Cumpliendo los deberes que en su elevado cargo le impone el concepto moderno de la monarquía, viene a Mallorca no como un turista ávido de contemplar las bellezas naturales, las felices manifestaciones del arte, las costumbres, los tipos sociales etc. sino para conocer nuestras necesidades y nuestras aspiraciones, nuestros méritos y nuestras aptitudes; y poder apreciar hasta que punto éstos nos recomiendan para que aquellas sean remediadas o satisfechas...».

En aquells moments de la història, el redactor no podia obviar les dissorts que una mala administració política, social i econòmica afectaven la nació. Mallorca exportava emigrants arreu del món i soldats a la guerra del Marroc. Les nostres indústries, petites, no semblaven estar en molt bones condicions, tampoc, i així la mateixa premsa ho denunciava: «Tragèdia esdevinguda a un forn de ciment en el camí de Palma a Esporles. Cinc treballadors de la fàbrica del senyor Güell, n'han resultat cremats. Les seves edats van dels setze als vint anys...».