TW
0

La premsa franquista protesta indignada per les manifestacions del president dels Estats Units Truman, el qual sembla haver dit que existia una «supuesta intolerancia del gobierno español en materias religiosa y de expresión». D'aquesta manera, l'Ambaixada d'Espanya a Washington entregava al Departament d'Estat una nota de queixa relativa a aquelles manifestacions del cap de govern nord-americà en la seva conferència de premsa. Sense comentar l'evident manca de llibertat d'expressió que hi havia, sota tots els conceptes, dins el territori espanyol, els polítics franquistes exposaven que hi havia, aquí i aleshores, llibertat religiosa, i per a demostrar-ho, al·ludien a un article del «Fuero de los Españoles» on deia textualment: «Nadie será molestado por sus creencias religiosas ni en el ejercicio privado de su culto...».

Hi havia un «però»...
«A condición de que se celebren siempre en el interior de sus templos respectivos, sin que haya ninguna manifestación o exteriorización en la vía pública».

Els mateixos articles «oficialistes» aclarien altes punts, sense vermellors a la cara...

«Lo que no se permite en España es el proselitismo acatólico... Esta unidad católica del pueblo español es el eje y el cemento de nuestra misma unidad nacional y política, y todos los españoles estamos dispuestos a defender por muchísimas razones, entre otras por la misma que el propio Mister Truman defiende la unidad política frente al comunismo, destituyendo catedráticos de universidad, diplomáticos...».

Llavors, una premsa més agressiva, el diari «Ya», per exemple, posava peu a una fotografia del president nord-americà per comentar que «este anciano y alegre señor de talla menuda, que aquí aparece en una postura tan frívola, y que no responde, aunque ustedes crean lo contrario, a ambiente de sala de fiestas, acaba de hacer público ahora que no siente inclinación por nosotros, los españoles. Este inquieto señor, que antes y después de ser presidente, ha propinado extraordinaria variedad de epítetos a diestro y siniestro, parece que funda su antipatía en la supuesta intolerancia religiosa de nuestro pueblo. Realmente, la afirmación, al ser lanzada por el Presidente del Estado más poderoso del mundo en la hora actual, encerraría una gravedad que las contradicciones habituales de Mister Truman se encargan de disipar. Por ello tampoco debemos fiarnos demasiado de la sonrisa que ilustra la presente fotografía. Quizá es el preludio de uno de estos súbitos cambios de humor tan frecuentes en el huésped de la Casa Blanca, y tras el ha lanzado una de sus diatribas, tan constantes que, de haber vivido en la Edad Media y de haber sido señor feudal, le habrían valido el sobrenombre de Harry, el Iracundo».

Però amb Truman o sense Truman, la veritat d'aquells moments la sabem tots.